dissabte, 27 de març del 2010

Que nadie calle tu verdad, que nadie te ahogue el corazón, que nadie te obligue a morir cortando tus alas al volar...

Dar consejos es gratis.
Hoy me pide el cuerpo una reflexión sobre ese sentimiento que muchos ejercemos en algun momento de nuestra vida sobre alguien de nuestro alrededor. Se trata de la posesión, del dominio sobre el otro, del control de su vida... como si no tuvieramos bastante con controlar la nuestra propia.

Nadie es de nadie. Y eso muchas veces no se acaba de entender. Todos tenemos nuestra red de contactos/afectos. En el nivel más cercano nuestra família, los descendientes y los ascendientes y la pareja, a otro nivel los amigos y parientes de segundos grado y después los conocidos, parientes más lejanos y otros seres saludables (que se saludan, me refiero, como decía Josep Pla).
Sobre los más cercanos, por un amor mal entendido queremos ejercer a veces un excesivo control sin darnos cuenta de que esa presión puede ser un castigo para el otro, una persecución, una carga innecesaria, un reflejo casi siempre de nuestra inseguridad.
En el caso de los hijos creamos niños sobreportegidos que no son capaces por ellos mismos de enfrentarse a las dificultades porque ya estamos nosotros siempre detrás.
En el caso de las parejas vamos apretando, sin darnos cuenta, hasta ahogar o hasta que alguna válvula salta por la presión.
Por mucha comunión que tengamos con el otro, todos necesitamos y hemos de tener nuestra pequeña parcela, nuestro espacio, nuestra libertad. Y siempre hay algo dentro de cada uno, nuestro y solo nuestro. Y debe ser así. Es imprescindible para la salud de una relación. Para unos más que para otros, por supuesto, pero para todos en su debido grado.
Las cuerdas tienen todas su resistencia, y cuando se tensan mucho, se rompen. TODAS.
¡Demos cancha!

2 comentaris:

  1. A veces, se tira de la cuerda, solo por darnos cuenta de que le importamos también al otro...
    Aunque tienes razón muchas veces nuestra naturaleza nos impide dominar nuestros impulsos, yo lo intento, aun así me puede mas, eso si cada vez me cuesta menos pedir perdón por ello. Algo es algo.
    Besos.

    ResponElimina
  2. Pienso que al final abandonarse a los designios de los demás es una buena manera de mantener el statu quo al que ha costado mucho llegar, aunque a veces hay rebelión.
    Naturalmente siempre hay algo dentro de nosotros que guardamos para nosotros, aunque sea una nimiedad.

    ResponElimina