¡Es tan bonito arrancarle una sonrisa a un niño! Me siento tan afortunada cuando consigo que esos ojitos brillen y los labios curven su forma con los extremos hacia arriba… A pesar de lo pequeños que son ya hay muchos que arrastran una mochila bastante pesada, y no por los libros precisamente. Por eso, uno de los primeros objetivos del colegio, es que los niños sean felices.
Pero esto no está reñido con el que aprendan. Y no se trata de que aprendan fechas, listas de nombres y cosas de memoria. Se trata de que aprendan a aprender, que aprendan a saber donde encontrar recursos para lo que necesiten, que aprendan a desenvolverse en la vida, porque la información la podrán encontrar en muchos sitios, pero el como manejarla no.
Esto que parece obvio, en la práctica no lo es tanto y muchas veces en la escuela se cae en el hacerles llenar un sinfín de fichas en las que los niños solo ejercen una mecánica aprendida, pero no ejercen la función principal que se les tiene que enseñar a desarrollar y que es, bajo mi punto de vista, el pensar, el reflexionar.
Llenan montones y montones de folios completando preguntas que se les dan medio hechas, relacionando dibujos con flechas, pintando plantillas de dibujos que se les dan fotocopiados… y el pensar para cuando?
Yo también les hago llenar fichas, pero aprovecho el reverso para hacerles copiar un problema que escribo en la pizarra (que no se lo doy fotocopiado porque es que encima los niños de hoy en día, como se lo damos todo hecho, ya ni escriben) y que me he inventado en aquel momento porque se me ha ocurrido que les podía ayudar a entender eso que estamos estudiando, y además el protagonista de ese problema es un niño de la clase en una situación que han vivido o que pueden vivir y eso les hace gracia y sonríen, porque lo ven, lo viven y lo entienden.
Y si lo creo conveniente, cuando están tensos les hago parar, les canto una canción, les explico un cuento, les leo un capítulo de algún libro sugerente, escogido con mucho cariño y eso les vuelve a hacer sonreír, o les hace estar sumamente atentos para llegar a saber qué es lo que finalmente pasó con aquel cocodrilo, Dentetes, que Oriol se encontró en un contenedor al bajar la basura y ahora lo tiene escondido debajo de la cama.
Y esos ojitos que te miran, medio sorprendidos, incrédulos a veces, desafiantes otras, picarones y también inocentes,…, esos ojitos son el motor que te hace arrancar cada mañana con energías renovadas y muchas ganas de ir al trabajo, cosa que pienso que es una gran suerte.
Pero esto no está reñido con el que aprendan. Y no se trata de que aprendan fechas, listas de nombres y cosas de memoria. Se trata de que aprendan a aprender, que aprendan a saber donde encontrar recursos para lo que necesiten, que aprendan a desenvolverse en la vida, porque la información la podrán encontrar en muchos sitios, pero el como manejarla no.
Esto que parece obvio, en la práctica no lo es tanto y muchas veces en la escuela se cae en el hacerles llenar un sinfín de fichas en las que los niños solo ejercen una mecánica aprendida, pero no ejercen la función principal que se les tiene que enseñar a desarrollar y que es, bajo mi punto de vista, el pensar, el reflexionar.
Llenan montones y montones de folios completando preguntas que se les dan medio hechas, relacionando dibujos con flechas, pintando plantillas de dibujos que se les dan fotocopiados… y el pensar para cuando?
Yo también les hago llenar fichas, pero aprovecho el reverso para hacerles copiar un problema que escribo en la pizarra (que no se lo doy fotocopiado porque es que encima los niños de hoy en día, como se lo damos todo hecho, ya ni escriben) y que me he inventado en aquel momento porque se me ha ocurrido que les podía ayudar a entender eso que estamos estudiando, y además el protagonista de ese problema es un niño de la clase en una situación que han vivido o que pueden vivir y eso les hace gracia y sonríen, porque lo ven, lo viven y lo entienden.
Y si lo creo conveniente, cuando están tensos les hago parar, les canto una canción, les explico un cuento, les leo un capítulo de algún libro sugerente, escogido con mucho cariño y eso les vuelve a hacer sonreír, o les hace estar sumamente atentos para llegar a saber qué es lo que finalmente pasó con aquel cocodrilo, Dentetes, que Oriol se encontró en un contenedor al bajar la basura y ahora lo tiene escondido debajo de la cama.
Y esos ojitos que te miran, medio sorprendidos, incrédulos a veces, desafiantes otras, picarones y también inocentes,…, esos ojitos son el motor que te hace arrancar cada mañana con energías renovadas y muchas ganas de ir al trabajo, cosa que pienso que es una gran suerte.
haz sonreir aun niño tendrás algo precioso por lo que luchar. mantener esa sonrisa...siempre.
ResponEliminaNunca me gustó el colegio. Seguramente nunca tuve profesores como tú.
ResponEliminaSonrisas fáciles...
Aprender a aprender, enseñanza de valores... hacer ameno el aprendizaje dará más beneficio y rendimiento... cuando esos niños sean mayores tendrán muy buenos recuerdos de ti.
ResponEliminabesos,