diumenge, 30 de maig del 2010

Yo no me llamo Javier


Los Toreros Muertos cantaban hace unos años esta canción. Pues bien, a mi me toca hoy cantar otra que se podría llamar "yo no me llamo Laura". Algunos ya lo sabéis y también que en este espacio he sido y quiero seguir siendo Laura T. Marcel a pesar de todo. Y os confieso que mi nombre también me gusta, pero forma parte de otra realidad.

Laura es un nombre que me gusta mucho, es el nombre que le habría puesto a mi hija si la hubiera tenido, es un nombre que da personalidad, es un nombre con una pronunciación líquida especial.

Laura es un nombre que dio titulo a una de las más bonitas canciones que he oído jamás y que os dejo aquí para que podais escuchar. Después de oir esta canción seguro que muchas más que yo llevarían un Laura con orgullo.

dimecres, 19 de maig del 2010

Serie Flores (IV). Ramillete en la rama

Para Lenore: Lo prometido es deuda.
Te lo digo con flores: Te dedico esta imagen que sé que te gustará.
Siempre recuerdo a un maestro que tuve que no se cansaba de decir que la naturaleza era una "maravilla" porque todo en ella está calculado, todo funciona con precisión (si no rompemos ningún engranaje, claro), su belleza es cautivadora y la simbiosis puede ser perfecta. ¡Que lástima que tantas veces no tengamos presente que nada es porque sí y que si a veces no funciona como un reloj quizás sea porque algo hemos hecho!
Ya lo dijo Shakespeare: Procurando lo mejor estropeamos a menudo lo que está bien.

El secreto de la felicidad...

Decía Charles M. Shulz:
"Mi vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni significado, y a pesar de todo soy feliz. No lo puedo comprender. ¿Qué estaré haciendo bien?"

Y sin embargo, muchas veces, las nuestras, o por lo menos la mía, de vida me refiero, parece tener propósito, dirección, incluso finalidad, hasta significado y con todo y eso, no consigo muchas veces acabar de ser feliz. ¿Me equivoco tal vez en darle tantas vueltas? ¿Donde está el secreto? ¿Quien me lo cuenta?

dimarts, 18 de maig del 2010

La glicina

Delante de la puerta principal daba la bienvenida un techo de glicinas. El pasar por debajo era como un baño de paz y su aroma te invadía la nariz acariciando la pituitaria y haciéndote creer que cada nuevo día venía cargado de frescos proyectos.

Los jóvenes se sentían invitados a compartir sus mejores momentos
justo en el banco de debajo de esos flecos que les hacían vivir más intensamente su intimidad, sus secretos, sus emociones, sus preocupaciones, sus cosas.

En cada primavera se repetía el mismo paisaje y en cada primavera
nuevos protagonistas bajaban y subían el telón.

Y la glicina se mostraba esplendorosa cada año, espectante de a quien dar cobijo en cada nueva ocasión y orgullosa de ser elegida.

dijous, 13 de maig del 2010

Está todo dicho

"Vale más un gramo de práctica
que una tonelada de teoría"

dilluns, 10 de maig del 2010

Tears in heaven

Me gusta mirar el cielo oscuro, muy oscuro, porque así se ven brillar mejor las estrellas. Me encanta mirarlo mucho rato, hasta que la vista se acostumbra a esa oscuridad y entonces puedes ver los tintineos de lo desconocido, la inmensidad de eso que está tan lejos y que a pesar de todo parece que tiene vida porque de vez en cuando una luz pasa deprisa y se pierde de un lado a otro casi sin darte cuenta.
Si no puedes hacerlo, cierra los ojos y escucha esta canción.

diumenge, 9 de maig del 2010

LOS OJOS, LAS MIRADAS.

Los ojos ven y entonces escuchan.
A menudo comemos con la vista.
Sabemos como huele lo que vemos.
Y el tacto? También podemos acariciar con una mirada.
Tenemos en la vista todos los sentidos.
Pero además, los ojos son mucho más:
Los ojos comunican como estamos, dicen mucho de nosotros, transmiten un brillo especial según nos sintamos y se llenan de lágrimas en las alegrías y en las penas. Los ojos son nuestra ventana al mundo.
Los ojos miran y las miradas hablan. Las miradas saludan, recriminan, felicitan, rien, ayudan, preguntan, odian y aman, entristecen y alegran, seducen... Y también matan.
Los ojos pueden mirar lo que ven, ver lo que miran o ver sin mirar y mirar sin ver. Pero entonces es como no vivir la vida.
Y los ojos también pueden ver las cosas del color del cristal con que se mira.


dimecres, 5 de maig del 2010

¡¡¡ESOS DEDOS..., FUERA DE LA NARIZ!!!


Hace días que me pregunto por qué está tan mal visto el hecho de comerse los mocos.
Llegué un día a esta reflexión después de haber llamado la atención a unos cuantos niños de la clase. El hecho de reñirles es algo que sale automático. Pero dado el número de veces que coincidió aquel día, me puse a pensar en ello. Y de repente me dio por pensar en cual era el atractivo que le encontraban los niños (y no tan solo los niños) al hecho de hurgarse en la nariz. La mayoría lo hacen como algo natural, del mismo modo que después meten en la boca la presa capturada. Desde nuestra posición, políticamente correcta, les reñimos, les decimos que eso no se hace y ponemos cara de asco frente a ese hecho. Pero ¿hay realmente algún fundamento para ello? ¿O es por pura costumbre el que esté mal visto?

Buscando información al respecto he encontrado que un neumólogo austriaco Friedrich Bischinger, después de diversos estudios, ha podido comprobar que los niños que se meten el dedo en la nariz consiguen mantener las fosas nasales más limpias ya que llegan a partes donde no se llega con el pañuelo y además dice: “La gente que se mete el dedo en la nariz y después se come los mocos, consigue reforzar su sistema inmunológico de una forma natural y gratuita. Y es que al comerse los mocos se expone al sistema digestivo a las bacterias acumuladas en la mucosidad, ayudando así a reforzar el sistema inmunológico de cada individuo. Los niños suelen practicarlo de forma instintiva, pero la presión social hace que cuando son mayores dejen de hacerlo.”
Encontré además que un grupo de investigadores británicos y estadounidenses ya habían señalado que el acto de meterse un dedo en la nariz es una actividad estimuladora de una parte del cerebro.
Vamos, que a partir de ahora tendré un serio dilema cada vez que vea a un niño concentrado en la prospección nasal y no sabré si es mejor increparle o animarle a que siga, no sabré si clasificarlo de listo o de guarro.

Con los adultos que ejercitan este deporte, especialmente mientras están parados en los semáforos, no me meteré, pero debo añadir que por último en una muestra tomada en un estudio realizado por Jeferson y Thompson afirma sobre los practicantes de este gesto:”parece que somos legión”.

dissabte, 1 de maig del 2010

¿Y LAS IMÁGENES?

Pretendía seguir el consejo de un amigo y tener la gracia de saber captar la atención con poco. Pero hay "pocos" que son mucho y cosas que encierran tanto que tiene que sobresalir por algún sitio y así ha sido con mi post anterior.
La chispa la ha puesto Dissortat con su certera pregunta. Touché!

Pues si, estamos hartos de decir que una imagen vale más que mil palabras. Y efectivamente suele ser así. Pero las imágenes tampoco son los hechos. Los hechos, o mejor dicho las vivencias, son algo que podemos experimentar y que además podemos experimentar sólo nosotros. El mismo hecho es vivido de diferente manera por todos y cada uno de los que han participado en él y eso además es personal e intransferible y difícilmente comunicable. Este era el mensaje del post anterior. La esencia de esa vivencia es tan tuya que por mucho que expliques es muy difícil transmitir el sentimiento puro porque ¿hay palabras para expresar eso? Y contestando a Dissortat, ¿hay imágenes?

Esta imagen de más abajo transmite alegría, felicidad y nos dice bastante del momento pero ¿se puede expresar lo que realmente sienten esas niñas?¿alguien puede decir lo que sienten por dentro?

Esta otra sin embargo nos habla de honda tristeza, pero igualmente el cómo viven los protagonistas ese momento es algo que sólo ellos saben y seguro no podrían expresar el desgarro que tienen por dentro.

Y ahora, aprovechando la coyuntura, voy a llevar el mensaje mucho más allá. Y todo esto gracias a Xavier Guix y su conferencia del pasado jueves sobre “7 formas de ocuparte de ti”.

En nuestra relación con los demás, los otros no son una experiencia, son un encuentro. El otro es el otro y nunca será "yo". Podemos empatizar, captar, entender… pero nunca podremos vivir lo que vive el otro y entrar dentro suyo y sentir como siente él. Esto merece un respeto sagrado. Porque esto hace que el otro, por más cercano que lo tengamos, será siempre un misterio.
Hasta aquí hablaba de personas. Quizás sea más claro hablar de lugares. Una imágen de un lugar espectacular nos puede hablar de la belleza, de la mágia, de la espectacularidad de ese sitio, pero nunca una imagen hablará del sentimiento que nos ha causado al estar allí. Recuerdo mi ascenso al lago Marboré en el Valle de Pineta. Iba ascendiendo delante del grupo a muy buen ritmo. Iba sola y el silencio era casi absoluto. A esas alturas (2.500m) en la montaña ya no hay ni plantas en el suelo ni insectos que las revoloteen. Sólo rocas por las que ir encontrando sendero. Era un tramo bastante pendiente por lo que no se veia más que la subida, pero el último "peldaño" daba paso a una vista IMPRESIONANTE del Glaciar del Monte Perdido. Esa grandeza de la naturaleza me produjo un impacto imborrable. Ninguna foto de aquel lugar capta ésto que explico y sólo yo lo puedo recordar cuando veo las fotos, e incluso sin verlas. Forma parte de esos momentos que nunca se olvidan para mí.
Ni siquiera yo misma estoy segura de haber encontrado las palabras adecuadas para transmitir el mensaje que quería transmitir. Os dejo con mi darle vueltas, no se si un poco contagiados o no. Espero que por lo menos no mareados. Y ya me diréis qué habéis entendido.