Jorge Bucay es un cuentacuentos espectacular. Lo he leído y lo he escuchado en CD y en vivo. Es un embaucador, en el buen sentido de la palabra, sabe dulcificar con su acento y sus metáforas tantos y tantos aspectos de la vida y poner ejemplos en forma de cuento para dar la mejor resolución a todos esos conflictos emocionales y existenciales que se nos presentan en nuestro camino.
Hoy recurro a él con un cuento que me gusta mucho (hay tantos...) y que quiero enviar como mensaje a aquellos que tienen momentos bajos, en un golpecito en la espalda y una inyección de ánimo para seguir luchando, porque al final, la historia la escriben los valientes, los luchadores, los que no se rinden.
Nadie dijo que era fácil. Todos podemos dar fe de ello. Pero hay que seguir...
Espero os guste.
LAS RANITAS EN LA NATA.
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. Ya que voy a morir, no veo porqué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril". Dicho esto, dejó de patalear y se hundío con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.La otra rana, más persistente o más tozuda quizá se dijo: "!No hay manera¡ Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora".Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.Sorprendida, la rana dió un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.
Hem de creure en els miracles?
ResponEliminame encanta bucay. no conocía este cuento. gracias por la referencia.
ResponEliminaun besote!
Dissortat: No parlo necessariament de miracles. Hem de creure en que podem sense instàncies divines.
ResponEliminaSauze: Sabía que te gustaría.
A mi també m'agrada molt, l'he explicat ja algun cop als meus fills...
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