Justo antes del verano murió el marido de una compañera de la EGB. Estaba de baja porque se había hecho daño en un pie hacía pocos días y estaba tan tranquilo sentado en el sofá cuando le sobrevino un infarto que se lo llevó al otro barrio. Total que en un momento todo dio un giro en la vida de la familia. Y hasta ahora, que no ha pasado mucho, cada uno va llevando de la mejor manera su duelo; la hija mayor trabaja de cuidadora de caballos y está muy distraída con un trabajo que la apasiona, la mujer, Conchi, va trampeando la situación con la ayuda de sus padres y la fortaleza que le exige su hija menor que es quien peor lo lleva porque era la única que estaba en casa con su padre cuando murió y no lo acaba de digerir… El hecho es que estamos empezando a acostumbrarnos a ir a entierros de padres de amigos porque ya van teniendo una edad en la que el que no cojea, ranquea. Y claro, todos tenemos claro (valga la redundancia) que por eso que llamamos ley de vida, tocan estas cosas. Pero entendemos que esta ley aplica solo a partir de cierto momento y no antes. Con Juan Carlos fue antes. Y ahora Conchi se ha convertido en viuda.
Ayer habíamos quedado para cenar con ella. Me había planteado no ir porque me daba pereza coger el coche y conducir de 40 km de ida y otros 40 de vuelta por la noche y sola. Pero al final pensé que valía la pena distraerla un poco y acompañarla y fui. Lo pasamos muy bien, todas, incluida ella. Seguro que ayudaron las tres botellas de cava que nos trincamos entre las cinco más los correspondientes chupitos de orujo de hierbas, pero practicamos la risoterapia un buen rato y eso nos hizo bien. A mi desde luego me compensó el viaje. Y la verdad es que nadie hubiera dicho que el objetivo era distraer a una viuda. Aunque también hubo algunos momentos de tensión porque a pesar de que aparentemente tiene la situación bastante controlada y puede hablar con serenidad del tema, se hacía el silencio cuando nos contaba lo preocupada estaba por las fechas que se acercan. “Va a ser muy duro pasarlas sin él, con toda la familia reunida pero con un gran vacío””No tengo ganas de adornar nada pero mi hija me dice que encima de lo que nos ha pasado como vamos a tenerlo todo tan tétrico”. Nos comentaba también que a veces se da cuenta que durante el día hay momentos en que no se acuerda de él y le preocupaba la idea de olvidarse de él. Todo esto lo decía seria pero sin derramar una lágrima. Y ante estas sentencias, a las demás se nos hacía difícil romper ese espeso silencio.
Y en ese espeso silencio se me ocurrió pensar a mí en que unos se preocupan por no olvidar a los muertos y otros hacen lo posible por lograr olvidarse de los vivos, sin conseguirlo. Ironías de la vida.
Ayer habíamos quedado para cenar con ella. Me había planteado no ir porque me daba pereza coger el coche y conducir de 40 km de ida y otros 40 de vuelta por la noche y sola. Pero al final pensé que valía la pena distraerla un poco y acompañarla y fui. Lo pasamos muy bien, todas, incluida ella. Seguro que ayudaron las tres botellas de cava que nos trincamos entre las cinco más los correspondientes chupitos de orujo de hierbas, pero practicamos la risoterapia un buen rato y eso nos hizo bien. A mi desde luego me compensó el viaje. Y la verdad es que nadie hubiera dicho que el objetivo era distraer a una viuda. Aunque también hubo algunos momentos de tensión porque a pesar de que aparentemente tiene la situación bastante controlada y puede hablar con serenidad del tema, se hacía el silencio cuando nos contaba lo preocupada estaba por las fechas que se acercan. “Va a ser muy duro pasarlas sin él, con toda la familia reunida pero con un gran vacío””No tengo ganas de adornar nada pero mi hija me dice que encima de lo que nos ha pasado como vamos a tenerlo todo tan tétrico”. Nos comentaba también que a veces se da cuenta que durante el día hay momentos en que no se acuerda de él y le preocupaba la idea de olvidarse de él. Todo esto lo decía seria pero sin derramar una lágrima. Y ante estas sentencias, a las demás se nos hacía difícil romper ese espeso silencio.
Y en ese espeso silencio se me ocurrió pensar a mí en que unos se preocupan por no olvidar a los muertos y otros hacen lo posible por lograr olvidarse de los vivos, sin conseguirlo. Ironías de la vida.
Per motius obvis, veig sovint, bastant sovint, la veritat, com gent encara "jove", de la meua edat si fa no fa, mor per motius diversos i no sempre "justs", però encara és pitjor veure i viure la mort dels més joves. Jo sóc dels que de cap manera m'oblide d'alguns dels meus morts (i d'alguns que no són meus). Sens dubte no estan presents sempre. Seria una bogeria.
ResponEliminaApartar de la meua memòria als vius, voler no pensar en ells, és difícil i doloros, tant com oblidar els morts sense voler.
PS: M'alegre que la risoterapia causada per l'alcohol, vos ajudara a passar una bona estona. A mi també m'ajuda, encara que algunes vegades l'alcohol causa en mi l'efecte contrari.
Salut! "I viscam per a sempre!" Com deia Leonor d'Aquitania bevent vi -l'alcohol que més m'agrada- en "El león en invierno"
Desde luego si la vida es complicada, no digamos cuando interviene la no vida. Un besote.
ResponEliminaDissortat; D'alcohol n'hi ha d'haver la mesura justa per aconseguir els efectes desitjats. Així si que és salut!
ResponEliminaFocus: Me alegra que hayas conseguido al fin llegar aquí (no esperaba menos de tí). E insisto, son mis compañeras de EGB.
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ResponEliminaDe vegades és millor no beure amb mesura... (Estic cansat de treballar avuí)
ResponElimina[...] Torna dins la nit i pren-me, llavors que els llavis i la pell recorden...
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