A menudo cuando cerramos nuestra conversación, sigo un rato contigo, aunque sin ti, dándole vueltas a algo de lo que hemos hablado. Yo soy de darle vueltas, ya lo sabes. Ayer me decías: “Vaya cosas que te cuento…” Y yo te contesté: “Me gusta que me las cuentes”.
Me gusta cuando me hablas de ti, igual que me gusta cuando escribes de ti, destilando sentimientos y reflexiones personales que hablan de lo más profundo de cada uno, de eso sincero y humano que llevas dentro y que a veces es difícil compartir con cualquiera. No hay otro interés en mi que ese compartir. Y fíjate que no suelo preguntar a priori, pero reconoce que tu a veces me das un ovillo y me ofreces el cabo para que vaya tirando. Entonces si que me gusta entrar en tu juego y preguntar, con delicadeza, lo que me apetece o lo que te apetece a ti. Más que gustarme, me encanta. Y adivino que a ti también. ¿No es así?
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ResponEliminaA traves del dialogo y de pequeños detalles, tirando de la madeja, descubrimos al final del ovillo amigos verdaderos. Espero que conserves a este interlocutor anónimo.
ResponEliminaUn besazo muy fuerte
Pues si Lenore, así es. Y esto que es tan hermoso no se debe dejar perder. Besos.
ResponEliminaLos ovillos de lana siempre se enredan y acaban hechos un lío, y podrías hsta estrnagularte con ellos sin darte cuenta y...
ResponEliminaJooo, Dissortat, tu siempre viendo el lado positivo de las cosas, eh? Los ovillos se enredan si no se tiene cuidado o si se es un manazas. Yo soy cuidadosa y especialista en desenredar nudos, en el sentido más literal del asunto. En el menos literal, quizás también.
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