dimarts, 4 de gener del 2011

Letargos...


Muchas personas se hacen propósitos cada año nuevo: empezar una dieta, empezar unos estudios, ir al gimnasio, apuntarse a algún club, etc. Me entristece que uno de esos propósitos de principios de año (o este quizás sea más de final de año) sea entornar la ventana de un blog o en algún caso cerrarla. Dos de los blogs que sigo habitualmente con el cambio de año han pasado a este estado y lo lamento profundamente.

Entiendo que a veces a uno le cambian las circunstancias, el tiempo disponible o la inspiración y que no puede atender a estas cosas que forman parte de lo no obligatorio pero el que lo entienda no quiere decir que no me sepa mal.

Espero que ese fin no sea definitivo y que a esa ventana entornada le venga una ráfaga de aire fresco que la vuelva a abrir para ventilar lo que se cueza dentro.
Gracias por compartir vuestras reflexiones y hasta siempre, quedando a la espera de la vuelta.

5 comentaris:

  1. Es lo que tiene internet, la fragilidad de los hechos y la posibilidad de darle a un off de manera muy sencilla. Un besote.

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  2. Por lo que a mí respecta, querida Laura, uno de mis propósitos de este nuevo año (porque siempre me hago un par de ellos), pasa por renovarme con nueva munición literaria y así corresponder, siquiera una pizca, a todas esas entrañables personas que han mantenido mi ventana abierta. Este comentario tuyo postrero, lo tomo como si fuera una flor que nuevamente adorna mi alféizar. Lo he dicho mil veces y lo repito: la gente como tú lo ha tenido abierto durante cuatro años. No os pongo rostro ni voz, a veces he de conformarme con saber vuestros nombres, un puñado de ellos... Pero lo que sí os pongo es corazón. Y eso, como puedes imaginar, en el más humano sentido me desborda.
    Un abrazo agradecido, y hasta la vuelta.

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  3. Te entiendo, Laura, a pesar de lo frío que pueda resultar esta pantalla, también nos abrigamos con estas pequeñas ventanas que tanto nos puden llegar a decir y transmitir.

    Besillos y feliz año por cierto.

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  4. Roto el sueño sólo queda despertar a la infamia de lo inflexible, pero conmueve que aún obstinándose en la distancia apenas se reduzca proximidad.

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